miércoles, 17 de septiembre de 2008

Adolescencia y Autoestima

La pubertad caracterizada por los cambios físicos que suceden a partir de los 9 y 10 años, y la adolescencia no tiene tiempo definido que la separe de la anterior y dura hasta comenzar la adultez.
Por los cambios que se dan en la pubertad quedan definidos los cuerpos femenino y masculino, cuya culminación se da entre los 16 y 18 años. Hay una gran semejanza en la secuencia con que ocurren.
En las causas de esta maduración influyen aspectos genéticos y ambientales. Todos estos cambios corporales producen sentimientos encontrados tanto de incertidumbre como de aceptación; sin duda en la manera de enfrentarse con ellos tiene mucho que ver el sentimiento de confianza en uno mismo, en la familia y en los amigos.
Existe cierta imagen tópica de la adolescencia como edad turbulenta, de ebullición y estallido de fuerzas, surgidas de repente, y todavía no orientadas, no reguladas. En esa imagen el adolescente aparece como un ser susceptible y vulnerable, dominados por fuertes sentimientos, dentro de los cuales no se gobierna bien y no se orienta.
La adolescencia es un momento clave y también crítica en la formación de la identidad. Tanto antes como después de la adolescencia hay etapas que contribuyen a la personalidad y génesis de la identidad
La etapa adolescente presenta un momento de encrucijada, no es un momento fácil, y no siempre en el se alcanza la identidad, es un momento de búsqueda de la identidad del individuo.

Autoestima
La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar. Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos, etcétera y las experiencias que vamos adquiriendo.
Un adecuado nivel de autoestima es la base de la salud mental y física del organismo. El concepto que tenemos de nuestras capacidades y nuestro potencial no se basa sólo en nuestra forma de ser, sino también en nuestras experiencias a lo largo de la vida. Lo que nos ha pasado, las relaciones que hemos tenido con los demás (familia, amigos, etc.), las sensaciones que hemos experimentado, todo influye en nuestro carácter y por tanto en la imagen que tenemos de nosotros mismos.
La autoestima puede desarrollarse convenientemente cuando los adolescentes experimentan positivamente cuatro aspectos o condiciones bien definidas:
Vinculación: resultado de la satisfacción que obtiene el adolescente al establecer vínculos que son importantes para él y que los demás también reconocen como importantes.
Singularidad: resultado del conocimiento y respeto que el adolescente siente por aquellas cualidades o atributos que le hacen especial o diferente, apoyado por el respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades.
Poder: consecuencia de la disponibilidad de medios, de oportunidades y de capacidad en el adolescente para modificar las circunstancias de su vida de manera significativa.
Modelos o pautas: puntos de referencia que dotan al adolescente de los ejemplos adecuados, humanos, filosóficos y prácticos, que le sirven para establecer su escala de valores, sus objetivos, ideales y modales propios.
La adolescencia es uno de los periodos más críticos para el desarrollo de la autoestima; es la etapa en la que la persona necesita hacerse con una firme IDENTIDAD, es decir, saberse individuo distinto a los demás, conocer sus posibilidades, su talento y sentirse valioso como persona que avanza hacia un futuro.
“En la etapa adolescente, el joven busca independizarse del seno familiar para encontrar afuera a grupos de pares o modelos con los cuales identificarse para compartir espacios propios”, explica la psicóloga Josefina Brescia.
No hace falta viajar en el tiempo para poder hablar de las diferentes tribus que conforman un sociedad, sólo basta con prestar atención y observar en los bares, en la puerta de los colegios o en las plazas a los distintos grupos de adolescentes. El término “tribu urbana” se ha instaurado de forma paulatina en nuestra sociedad y es utilizado para referirse a diferentes agrupaciones de jóvenes que comparten algún interés común, moda o un “sentimiento”, como ellas mismos lo definen. Es así como surgen grupos tales como los darks, los rollingas, los punks, los emo, los floggers, los raperos, los cumbieros, los skaters y muchas otras tribus juveniles hacen de su apariencia el espejo de sus gustos, ideas y rebeliones. Atrás quedaron los movimientos juveniles como el de los hippies, hoy son estas tribus urbanas las que “mueven” a las adolescente y que se transforman en un verdadero estilo de vida, que aborda desde la forma de vestir, peinarse y la música que se debe escuchar, hasta los tipos de alimentos se deben comer. En Internet es muy común encontrar los pasos a seguir para ser de determinada tribu, aunque las jóvenes apelan a que se nace con una de estas tendencias y no se hacen.

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